En la década de 1860 se produjo la apertura de la calle de Alfonso I. Su trazado vino a suponer la primera gran intervención de urbanismo moderno en un casco antiguo que aún conservaba la impronta de su origen romano. Entre 1866 y 1868 su amplia y rectilínea alineación, trazada por el arquitecto Segundo Díaz Gil, reemplazó al tortuoso devenir de callejuelas que unían la plaza del Pilar con el Coso. A la vez que la calle de Alfonso I se abría paso, se iba elevando la cúpula mayor del templo de Nuestra Señora del Pilar. La construcción, realizada entre 1865 y 1869 por José de Yarza Miñana y Juan Antonio Atienza, no sólo comenzó a definir la silueta externa del templo, sino que, en combinación con el trazado de la calle de Alfonso I, generó una de las imágenes más representativas y reiteradas de la ciudad decimonónica. El paseo de la Independencia y la calle de Alfonso I constituyen la mayor expresión del urbanismo zaragozano de todo el siglo XIX. El primero como eje de expansión y la segunda como vertebradora de la trama histórica, participan de un modelo burgués de concepción escenográfica de la ciudad. En estas construcciones la influencia francesa es evidente. Arquitectura y urbanismo en Zaragoza 1813-1936 (Jesús Martínez Verón) |
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